Los Tres Califatos
Lo que se denomina Los Tres Califatos es un periodo de la historia que hace referencia a la abrupta fragmentación del mundo islámico en una serie de califatos autónomos entre sí. ¿Qué sucedió en aquellos años? ¿Qué personajes históricos se destacaron? ¿Cómo se organizó el mundo Islámico? ¡A continuación les brindaremos más detalles sobre este periodo y sus respectivos califatos, acompáñennos!
Introducción
En el tránsito de los siglos IX a X, la intensidad de la crisis social, con su traducción en términos religiosos, animó a algunos gobernantes regionales a desvincularse del califa abasí no sólo desde el punto de vista político, sino también religioso. Durante el siglo x, las secesiones de solidificaron en torno a dos puntos: Córdoba y El Cairo. Junto al de Bagdad, aparecieron dos nuevos califatos independientes. De esta forma se inauguró el periodo islámico conocido como el de Los Tres Califatos.
El nacimiento del Califato Fatimí ¹
El Califato Fatimí, ubicado en El Cairo, tuvo sus orígenes fuera de Egipto a partir del año 909, fecha en que Ubayd Allah, que se consideraba descendiente de Alí, encabezó un movimiento Sií fatimí en Ifriquiya. Tras su triunfo frente a los Aglabíes, se estableció en Qayrwan, presentándose como mahdí, jefe de los creyentes según la doctrina Sií. Ello suponía un desafío a la ortodoxia sunní, defendida tanto por la corte abbasí en Bagdad como por la omeya de Córdoba, donde, para oponerse al movimiento fatimí, Abd-al-Rahman III se proclamó igualmente califa en 929.
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El progreso de los fatimíes, sin embargo, apenas encontró resistencia entre los poderes políticos ya autónomos del Magreb. Una vez que lograron plasmar su hegemonía en aquel espacio, los fatimíes se prepararon para su más grande empresa: la conquista de Egipto. Esta tarea la pudieron terminar de cumplir hacia el año 969. Cuatro años más tarde, el califa fatimí al-Muizz se instaló en la nueva capital, militar y residencial, de al-Qahira (El Cairo), cuyo significado sería la victoriosa. Desde esta posición, mucho más central dentro del mundo islámico que los otros califatos, los fatimíes continuaron sus enfrentamientos con los abbasíes. Esta orientación a los problemas del Este y el vacío que constituía el desierto de Libia, contribuyeron al alejamiento político entre las zonas orientales y occidentales del Islam.
El nacimiento del califato omeya de Córdoba ²
El avance omeya en Al-Ándalus culminó exitosamente con la fundación del califato de Córdoba hacia el año 929. Recordemos que los omeyas habían sido eliminados de Oriente por la revolución abbasí de mediados del siglo VIII. Cuarenta años antes, grupos de árabes y bereberes islamizados habían entrado en la península Ibérica en el 711 y la habían ocupado sin dificultad. La llegada y la permanencia de los conquistadores, especialmente persistente en los valles de Ebro y el Guadalquivir, respondieron estrictamente a las mismas pautas de comportamiento militar, económico, social, religioso, cultural y político característicos del Islam en los diversos territorios ocupados. Al-Ándalus fue así plenamente una sociedad islámica, pero en Occidente. Sólo algunos datos complementarios añadieron matices dentro del proceso general:
- La condición de al-Ándalus como frontera entre la Cristiandad y el Islam.
- El alto grado de berberización étnica, aunque con arabización cultural, de los sucesivos grupos invasores.
- La permanencia de los Omeyas, vinculados siempre a la más estricta ortodoxia sunní.
El conjunto de los procesos históricos semejantes a los vividos por el resto del espacio islámico se desarrollaron en Al-Ándalus en cuatro etapas. La primera de ellas, entre los años 711 y 756, estuvo marcada por las campañas de conquista árabe y bereber de la Península. La segunda etapa, entre 756 y 852, fue la creación de la administración omeya andalusí, es decir, el Emirato independiente de Córdoba. La empresa, en la que los Omeyas se inspiraron de los modelos que los abbasíes estaban desarrollando en Bagdad, fue protagonizada, en sus aspectos políticos y militares, fundamentalmente, por Abd-al-Rahman I el emigrante (756-788), y en sus aspectos culturales por Abd-al-Rahman II (822-852), cuyo reinado se caracterizó por una profunda arabización e islamización de la sociedad.
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La tercera etapa, entre los años 852 y 929, estuvo marcada por las revueltas de los maulas hispanos, quienes, tras su conversión al islam, reclamaban la prometida mejora de sus condiciones de vida. Finalmente, la cuarta etapa, entre 929 y 976, constituyó el momento cúlmine de la presencia islámica en la Península. Se destacaron dos grandes gobernantes: Abd-al-Rahman III, quien comenzó a reinar en 912 y, en 929, para contrarrestar a los fatimíes de creencias sií, se proclamó califa y reclamó para sí la jefatura política y religiosa absoluta en Al-Ándalus. El segundo gobernante destacado fue su sucesor, Al-Hakam II (961-976), quien aprovechó la riqueza generada por sus antecesores para desarrollar la cultura, convirtiéndose en mecenas de toda clase de iniciativas intelectuales y artísticas.
La fragmentación de los Califatos ³
Entre mediados del siglo X y mediados del XI, los tres califatos, luego de un periodo fortalecimiento, atravesaron una fase de disgregación del poder con la aparición de pequeños reinos autónomos. Mientras que en los califatos de córdoba y Bagdad esta fragmentación se consumó, en el de El Cairo los fatimíes consiguieron frenarla.
Para ser más puntuales, desde 1030 en El Cairo la situación política comenzó a deteriorarse debido a una serie de factores: malas cosechas; enfrentamientos entre jefes militares mercenarios y la rebeldía de los gobernantes bereberes del Magreb. Sin embargo, los fatimíes recurrieron a tribus de beduinos nómadas del Alto Egipto, los hilalíes, quienes lograr sofocar a todos los movimientos sublevados. Por la continuidad de los conflictos internos, en 1073 los fatimíes entregaron todo el poder a Badr, gobernador del Levante, quien terminó convirtiéndose en un verdadero Sultán de Egipto. Gracias a su performance, los fatimíes continuaron ejerciendo el poder durante otros setenta años.
Por otra parte, el Califato de Córdoba entró en una etapa de decadencia cuando la contratación de mercenarios, bereberes y esclavos, produjo una ruptura en la estructura tribal del ejército y agravó la presión fiscal que trajo consigo los conflictos sociales. Hacia el año 1031, el Califato se extinguió y dio paso a unos cuantos principados territoriales muy reducidos, los llamados «Reinos de taifas». Si bien estos reinos vivieron una etapa de riqueza y florecimiento intelectual, sobre todo los andalusíes, su debilitamiento militar fue aprovechado desde mediados del siglo XI por los hispanocristianos que intervinieron en las tierras musulmanas y les impusieron el cobro de tributos.
Finalmente, en el caso del Califato Abbasí de Bagdad, la instalación de los fatimíes en El Cairo hacia 973 provocó la pérdida por parte de los abassíes de Egipto, el Magreb, parte de Siria y Arabia. Además, el proceso fatimí sirvió de influencia para otras aristocracias regionales que buscaban afianzar sus propios principados. En esa situación de debilidad resultó muy difícil al califato impedir los progresos de una fuerza exterior en rápido ascenso, los turcos. Estos provenían de las estepas del Asia central y habían sido contratados como guerreros por diversos príncipes regionales.
Una fracción de turcos denominados seldjúcidas, islamizados bajo la influencia sunnita , penetraron en Bagdad en 1055 y expulsaron a los visires de turno, a los que se acusó de siísmo, y recibieron por parte del califa los títulos de emir del este y el oeste y el turco de Sultán. Estos confirmaron su jefatura sobre la administración civil y militar, mientras la religiosa siguió en manos del califa abbasí. Tras la caída del califato ante las manos de la dinastía de los selyúcidas, luego existió un periodo de reavivamiento abbasí pero que culminó con la extinción del califato debido a la invasión mongola de 1258.
Bibliografía
¹ -García de Cortazar, José Ángel; Sesma Muñoz, José Ángel. Manual de Historia Medieval. Alianza Editorial, Madrid, 2014.
² -Hourami Albert. La historia de los árabes. Sipan Barcelona Network S.L. 2017.
-Kinder, Hermann; Hilgemann, Werner. Atlas Histórico Mundial I. Madrid, 2006.
³ – García de Cortazar, José Ángel; Sesma Muñoz, José Ángel. Manual de Historia Medieval. Alianza Editorial, Madrid, 2014.

Historia – Universidad Nacional Tres de Febrero.
Instituto de Estudios Históricos – UNTREF.