Encomienda (historia)
La encomienda fue un sistema de organización del trabajo implementado por la Corona española, con gran trascendencia en las tierras americanas, a lo largo de distintos siglos. ¡A continuación, les brindaremos un breve resumen sobre este sistema y su historia, acompáñennos!
El régimen de encomiendas ⁽¹⁾
La Corona española facilitó la imposición del llamado «régimen de encomiendas» en las tierras del continente americano. Derivaba de la asignación, o encomienda, de los poblados moros a miembros de las órdenes militares en la España medieval, pero en América este sistema se resignificará y tendrá otra modalidad. La encomienda, como recompensa de la conquista realizada por los adelantados, consistió en el reparto de nativos americanos confiados a la tutela de un español (ahora convertido en un encomendero) que debía protegerlos y darles la instrucción de la religión católica, y al que estaban obligados a prestar servicios personales.
Por otro lado, vale aclarar que no cualquier persona podía ser designado encomendero. Esto recaía únicamente en aquellos propietarios que tengan residencia en la zona urbana. De este modo, a través de este control de la mano de obra, la Corona se aseguraba el asentamiento de los españoles en pequeñas comunidades urbanas construidas según el modelo peninsular: cada una con su cabildo o ayuntamiento y establecimientos religioso. En síntesis, la mano de obra americana únicamente podía ser asignada a los llamados «vecinos».
La encomienda en contexto ⁽²⁾
En teoría, la encomienda no implicó la concesión de tierras, sólo el derecho a cobrar tributos y a emplear a los indígenas en trabajos mineros, agrícolas, etc. Esta restricción al reparto de tierras por parte de la Corona se debía a que esta temía que se formara una nueva nobleza feudal en las tierras americanas y pudieran contrarrestar el poder de la monarquía. Sin embargo, fue fácil para el encomendero desvirtuar el sistema y despojar a los nativos de sus tierras. Si bien este sistema comenzó en las islas de la región del Caribe a la llegada de Cristóbal Colón, la encomienda se utilizó también en otras regiones americanas como en Nueva España y el Perú. Vale aclarar que en Cuba la distribución de tierras y encomiendas fueron tan feroces que en pocos años llevó a la desaparición de la población local (los taínos).
Los primeros encomenderos del Perú fueron aquellos miembros de la expedición conquistadora que participaron en la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca. Para mayor exactitud, se puede decir que en Cusco se llegaron a constituir 80 encomiendas.
Durante los primeros momentos de la historia colonial americana, los encomenderos solicitaron a los cabildos la cesión de tierras (cesiones que se denominaron mercedes) para chacras y haciendas, pero estas se conseguían avanzando sobre las tierras de los nativos, generando un aceleramiento del proceso de desestructuración de las comunidades originarias.
La explotación
Los abusos cometidos por los encomenderos y las quejas sobre la explotación de los pueblos originarios dieron inicio a un prolongado debate. Por un lado, en 1542 se aprobaron las Leyes Nuevas, las cuales extinguirían de forma paulatina las encomiendas y asentarían el poder del monarca en las tierras americanas. Por otro lado, las denuncias llegaron hasta la Corona española y hacia 1550 se llevó a cabo la Junta de Valladolid, en donde tuvo lugar el debate entre Luis Sepúlveda y el fraile dominico Bartolomé de las Casas. Mientras que el primero defendió «la servidumbre natural de los indios», Bartolomé de las Casas criticó el régimen de encomiendas e informó al Consejo de Indias sobre la esclavitud, el maltrato y la necesidad de lograr la conversión de los nativos a la religión católica. Si bien la Junta no emitió una resolución final, fue el punto de inicio de un proceso que otorgaría más derechos a los nativos americanos.
Gracias a las repercusiones del debate de Valladolid, se creó la figura del «protector de los indios» y se actualizaron las Leyes de Indias. En teoría las conquistas pasaron a estar reguladas y, además, sólo los religiosos tenían el permiso para adentrarse en territorios vírgenes. Una vez que hubieran realizado un convenio sobre el asentamiento con las poblaciones nativas, se adentrarían a continuación las fuerzas militares y luego los civiles. Claramente, en la práctico esto distó mucho de ser así, y los atropellos y brutalidades continuaron.
Bibliografía
¹ – Garavaglia, Juan Carlos & Juan Marchena. América Latina: de los orígenes a la independencia. Crítica, Barcelona. 2005
² -Piqueras, J. A. La esclavitud en las Españas: un lazo trasatlántico. Los Libros de la Catarata. 2020.
Reséndes, A., La otra esclavitud. Historia oculta del esclavismo indígena. 2019.
Historia – Universidad Nacional Tres de Febrero.
Instituto de Estudios Históricos – UNTREF.