Dinastía Qing
La dinastía Qing, también llamada Gran Qing, gobernó el Antiguo Imperio Chino desde 1644 hasta la Revolución China de 1911-1912 que dio nacimiento a la República China. La dinastía Qing fue la última que gobernó China como un imperio, bajo su reinado sufrieron las presiones extranjeras, por ejemplo durante la Primera y Segunda Guerra del Opio.
En el siguiente artículo repasaremos los aspectos más destacados de la historia de la dinastía Qing⁽¹⁾. ¡Acompáñanos!
El Antiguo Imperio Chino
La etapa imperial en China comienza con la dinastía Qin, quienes quitan la hegemonía a la dinastía Zhou en decadencia, logrando establecer un control sobre el vasto territorio chino luego del período de los Reinos Combatientes. En el año 221 a. C. comienza la historia del Antiguo Imperio Chino, que se mantuvo hasta el siglo XX. La dinastía Qing fue la última en gobernar el Imperio, lo hicieron entre 1644 y 1912.
Llegada al poder de la Dinastía Qing
La dinastía Qing tiene su origen en la región de Manchuria, al noreste de China. Construyeron su poder desde Shenyang, en la actual provincia de Liaoning. Hacia el 1645 derrotaron a las fuerzas de la dinastía Ming que gobernaba el imperio hasta ese momento. El primer emperador de la dinastía Qing fue Huang Taiji, el siguiente emperador fue Shunzhi, quien gobernaría hasta 1661.
El verdadero esplendor de la dinastía Qing y del poderío de China llegaría durante el siglo XVIII, especialmente bajo la dirección del emperador Qianlong. La población creció rápidamente (en la actualidad China es el país más poblado del mundo), y así también la producción. China mantuvo relaciones comerciales con el resto del mundo, pero sólo como vendedor, hasta que llegó el opio, lo que traería males para toda la población China.
La Dinastía Qing y las potencias extranjeras
Los verdaderos problemas de la dinastía Qing llegarían durante el siglo XIX, visto en China como el siglo de la humillación. Fue en este período donde las potencias extranjeras de Europa, junto a Estados Unidos y Japón, interfirieron en China en busca de beneficios económicos. Debemos recordar que este es el período donde el imperialismo actuó con más fuerza.
El Antiguo Imperio Chino debió enfrentar tres grandes guerras, en todas ellas salió derrotado, estos fueron duros golpes para la autoridad de la dinastía Qing y para el pueblo chino que se sumía cada vez más en la pobreza. Estas guerras fueron:
- Primera Guerra del Opio (1839-1842), aquí los británicos vencieron a China y obtuvieron concesiones de tierras y privilegios comerciales. Además de una indemnización económica.
- Segunda Guerra del Opio (1856-1860), en esta ocasión los franceses se sumaron a las fuerzas británicas, derrotando a China. Los objetivos eran los mismos: saquear a China y dominar su territorio.
- Primera Guerra Sino-japonesa (1894-1895). Los japoneses lograron la victoria y la cesión de Taiwán, las islas Pescadores y Liaodong.
La Dinastía Qing y los problemas internos
Los problemas con las potencias extranjeras no fueron los únicos que la dinastía Qing tuvo que enfrentar. Destacamos dos grandes levantamientos y rebeliones durante el gobierno de los Qing, dentro de este contexto de crisis por la injerencia extranjera en China. La rebelión Taiping (1851-1864) y la rebelión de los Bóxers (1899-1901).
La Rebelión Taiping fue un gran movimiento armado en contra de la dinastía Qing, quienes pertenecían a la etnia manchú. Esta rebelión, que duró entre 1851 y 1864, tenía un claro contenido religioso, sus seguidores adoptaron el cristianismo y buscaron imponer el reino de Dios en China, lograron controlar gran parte del territorio chino y juntaron miles de adeptos.
Hacia julio de 1865 terminó la resistencia de los Taiping. Esta rebelión dejó claro que el poder de los Qing era débil, la continuidad de los tratados desiguales con las potencias extranjeras eran muestra de ello (entre los que se destacan los Tratados de Tianjin de 1858). La crisis no cesaba en China, la Rebelión de los Bóxers fue una muestra de ello, aunque contaron con apoyo de la emperatriz Cixí.
los Bóxers se convirtieron en un grupo poderoso, apoyado por la emperatriz y diferentes sectores sociales, que comenzaron con sus ataques abiertos a los extranjeros en 1899. El mal pasar de los chinos se lo atribuían a la injerencia extranjera, así que la solución sería expulsarlos del Imperio, para recobrar la tradición china de autonomía.
El 7 de septiembre de 1901 terminaron los enfrentamientos. Los bóxers fueron aplastados por el ejército extranjero; la emperatriz Cixí (quien quiso escapar de la ciudad pero fue descubierta) firmó el tratado conocido como «Protocolo Bóxer». En dicho protocolo el Imperio Chino se hacía cargo de la rebelión, teniendo que indemnizar a las naciones que invadieron su territorio con una elevada suma, lo que hundía al Imperio aún más. Otro punto importante del Protocolo era la eliminación física de los bóxers y sus cómplices en el poder; el gobierno imperial se comprometía a castigar con la muerte a todo implicado en la Rebelión. Además la fuerzas extranjeras se establecerían en Pekín permanentemente.
El final de la Dinastía Qing y del Antiguo Imperio Chino
La última crisis de la dinastía Qing llegó con la Revolución China de 1911-1912. Los sectores nacionalistas lucharon en contra de la familia imperial, a la que veían como un obstáculo para el desarrollo de China. Los hechos comienzan el 10 de octubre y culmina el 12 de febrero de 1912, con la abdicación del emperador Xuantong (el niño Puyi), de la dinastía Qing, quien solo tenía 6 años. De esta manera termina la historia del milenario Antiguo Imperio Chino y comienza el período de la República en China.
El gobierno imperial se vio incapaz de acabar con los rebeldes de Wuchang (entre los que se contaban Mao Zedong), hecho que fortaleció a los revolucionarios. El malestar general y la crisis económica llevaron a muchos gobiernos provinciales del sur de China a quitar su apoyo a la dinastía, pasándose al bando rebelde. Los levantamientos se multiplicaron en todo el territorio, la dinastía Qing perdía su apoyo y los rebeldes controlaban cada vez más territorio. Finalmente en 1912 se declara el final del gobierno de la dinastía Qing y China se convierte en una república, el líder del nuevo gobierno chino sería Sun Yat-sen.
Bibliografía
¹ Gernet, J., El Mundo Chino. Barcelona, 2008.
Dinastía Qing. El ocaso de un imperio. En Artehistoria.
La rebelión de los Bóxers. Un momento clave en la historia de China. En National Geographic.
Historia – Universidad de Buenos Aires.
Grupo de Historia Popular – Instituto de Historia Argentina y Americana «Dr. Emilio Ravignani».
Contacto: federicofretes77@gmail.com